Cuando me invitaron a presentar, desde la poesía, un contenido con el objetivo de pensar sobre estos tiempos de confinamiento, reflexioné sobre cómo todo lo que percibimos y meditamos en estos días está nutrido de una experiencia global. Esa experiencia, aunque global, tiene muchos matices: los de la ciudad en que uno se encuentra, con quién se vive y convive este confinamiento, con qué recursos, con qué preparación cívica, con qué sesgo profesional, con cuántos años de haber habitado este planeta. Creí que la mejor manera para sopesar poéticamente este contexto debería ser desde la diversidad. No un texto revelador de sabiduría atemporal y sensibilidad individual universalizada, sino un mini-compendio de emanaciones y filtraciones poéticas. Decidí invitar a 15 personas, de diferentes profesiones (gestora cultural, informático, escritora, estudiante, chef, académico, periodista, artista, editora, bailarín, productora, política, poeta, profesora de yoga, psicóloga), de diferentes edades (de 15 a 65), en 6 diferentes ciudades del mundo, en diferentes contextos familiares y sociales (incluido el género), con diferentes acercamientos e intereses artísticos. Con todos ellos me he comunicado en las últimas semanas y, de una manera u otra, la palabra poética había recondensado en sus vidas, ya sea por textos que desearon escribir -y escribieron-, o por versos que se les presentaron o recordaron porque habían hecho marca en ellos y cobraban un nuevo sentido a la luz de la situación vigente y mutante. En 2007, Sophie Calle presentó en el Pabellón de Francia de la Bienal de Venecia una instalación llamada “Cuídate”. En ella, la artista exhibía 100 trabajos interpretativos ejecutados por 100 mujeres distintas, sobre una misma carta. Esta carta era un correo electrónico que su entonces novio le había escrito para decirle que la dejaba. Sophie Calle invitó a 100 mujeres con diferentes historias personales, con distintas carreras, a interpretar la fuente de su decepción: un dolor particular que ella sometió al tamiz de la diversidad inherente a una comunidad. Al hacer este breve ejercicio, me acordé de ella. Quiero compartir cómo este desafío que hoy enfrentamos, que no es individual sino de todos, a la vez que nos sensibiliza y nos moviliza, también nos distingue en nuestras realidades. Y así mostrar cómo la poesía nos convoca desde las distancias preexistentes. Iván Buenader, abril 2020 www.ivanbuenader.wordpress.com
REENCARNACIÓN
Todo está aquí, en el mismo recinto: el árbol que trina, la gallina que bebe, el aguijón que se hunde en la piel del caballo. Y un lento transcurrir en círculo... Todo tiende a emerger; lo que se hunde en su abismo, regresará. PÉRDIDA TOTAL La tierra se desmorona en el entorno, se pierde el centro; o el centro igual que las orillas, se descompone. No hay Un Punto en dónde detenerse, no hay Una Coma. Las claves que eran seguras se desmigajan hasta el microorganismo. Nada de lo que antes era trinchera ofrece La posibilidad. Todos los futuros, ya son pasado. La carne cae a pedazos, la pobre piel no adorna, los huesos no detentan, los trucos no funcionan: controlar, dejarse controlar, la indiferencia. Cada uno de los puntos cardinales ha perdido su brújula. La vida no es producto de la imaginación. Cuando se cae la carne, los huesos no se yerguen. Cuando el camino se desgrana, no hay camino; todos los Adelante se han quedado atrás. Raquel Olvera, 2020
CICATRICES
Nadie le dijo lo poderosa que era ante las adversidades. Le tocó descubrir su propia destreza en medio de batallas inhumanas. Y fue ahí donde descubrió cuánto valía. No deja entrar a cualquiera, pero cuando logras estar ahí, te pierdes entre sus dulces abrazos, sus besos sinceros, su mirada fija en una explosión que irradian sus pupilas, su perfume impregnado en tan bella piel y su alma desnuda. Ella es la poesía escrita en cicatrices en su piel, simplemente hay que saber leerla. Es como un código secreto, el cual hay que saber descifrar. Su silencio es su mayor forma de comunicarse. El arte la envuelve y estalla su cabeza, dejando inigualables acertijos plasmados en cualquier sitio donde puedan ser observados. Idiota sería aquel que no sepa valorar lo que hay dentro de tan grande maravilla. Lo que no sabemos es que para tener en tus manos el tesoro más preciado, hay que saberlo observar, hay que saberlo elegir, hay que saberlo pulir, con la plena certeza de que no será dañado. Y ahí Nos daremos cuenta de que una conexión cósmica no sucede dos veces. Ivon F. Moncada, 2020
HABITANTES
Siempre ocupó la muerte el lugar ajeno El de los seres queridos, que nos habitó Hasta que pudimos transformarlo en dulce recuerdo, El de las historias, que nos acompañan Para hacer más largo el trayecto. El de los poetas, que llegan al otro lado del puente Que sólo ellos pueden cruzar. Pero hoy la muerte habita en la cercanía, En el botón de ascensor, en un picaporte, En el aliento invisible del otro. Acecha en la tentación de un abrazo, Llega a la casa en el pliegue de una mano, Nos mira de cerca cuando se abre paso en la cocina, No la sacudas, dicen, el jabón todo lo puede. Me mira desde su trono invisible. Yo le hago jugarretas con el tiempo, Que se volvió mi amigo. Cuanto más lo habito, más se aleja la intrusa Para que sea más lejano el momento En que los otros habiten el dolor de mi propia muerte Y la transformen en un dulce recuerdo. Mirta Hortas, Buenos Aires, 11 de abril de 2021
Los noticiarios expanden
Mis pupilas en pandemia Un virus multiplícase Invisiblemente por todas partes: en las casas, las calles, los mercados, los hospitales... Y muertos multiplícanse en un parque de ataúdes Mascarillas te persiguen y te miran todo el tiempo con un ojo rayo X Analizándote de la cabeza a los pies Con un miedo aterrorizador: Bicho raro Alienígena Transeúnte Solitario Carente corporal Manos atadas, tapadasesterilizadas... De todo Cuerpo sutil de un metal contaminante, Plástico fluctuante... De la vida vulnerable Que sopla desvanece Presa dentro de una habitación Abro el ordenador una vez más Todo vuelve a repetirse Como un dejá-vú La pandemia resuelve expandirse Más allá de mi pupila Tatuando un crucifijo En la retina, llena de información Presa en el fondo mi ojo. Joca Vergo, 2020
Abro los ojos. Estoy sudando.
Miro por la ventana. Me toco la frente. Los sueños dejaron de ser placenteros. Respiro hondo. No llega el día. Me cansé de las suposiciones. Paso saliva ¿Qué hora es? La ansiedad pasa del insomnio al hambre. Siento culpa. Me duele la garganta. Es la tercera vez que hago la lista de pendientes. Me sudan las manos. Cerrar, abrir. Leo las instrucciones de una licuadora. A las siete cantan los pájaros del árbol de enfrente Me duelen los ojos ¿Qué día es? Un calor me recorre de abajo hacia arriba. Me duele la espalda. Está nublado. La rutina entró a la casa. Dormir, comer. Comer, Dormir, beber, llorar, día, Noche No me reconozco en el espejo. Estoy mas cansado de mí que ella. Me duele el vientre ¿Quién soy? Estoy enfermo. Ella no me habla. Respiro con trabajo. Duermo menos. Me propuse no tocarme la cara. En el sueño no dejaba de hacerlo No sé si me da miedo vivir o morir. Escucho niños reír y tú, ¿cómo estas? Israel Bautista Reyes, 2020 IG: @israelnoisabel
"La alegría del alma forma los días más bellos de la vida en cualquier época que sea"
Sócrates (470-399 aC) citado por Javier Álbez, abril 2020
PARAR
Porque estamos cansados de competir, de consumir, de seguir pisando lo que escogimos: vivir aquí, juntos, creando el mismo presente. No estamos solos. No vivimos solos. El planeta le da la bienvenida a todos los seres vivos, incluso a un virus. Todo lo que aquí se expresa es necesario para producir un balance. Un virus no mata, se alimenta, como todo lo vivo. Lo que mata es lo que dejo que me invada: un pensamiento, una palabra, un virus, una emoción. Nada tiene poder sobre mí al menos que yo lo decida. Por eso hay que PARAR. Para dejar de pisar la naturaleza, nuestra naturaleza, el gozo de existir. Existimos para crear un camino propio de regreso a la fuente y eso es salud, avivar el ímpetu creador que nos hace inmortales. Me abro a una fuerte inquietud. Esa de brotar, de reverdecer, de otorgar a mi ego una maravillosa lección de valentía y soltarme a ser. Me ha caído de golpe que ser tiene la maestría de la creación inscrita. Sólo creando puedo revelar mi singularidad. Ya suficiente hemos seguido el camino de otros y hoy nos damos cuenta que no tiene sentido transitar las mismas calles para encontrar los mismos destinos. Ya hemos explorado esta historia, la historia de la jerarquía, del poder hegemónico, ahora toca crear una realidad dinámica donde cada quien esté actuando desde su propio virtuosismo y para ello, es importante honrar todo lo que ha sido y soltarlo. La memoria es la materia prima de la creación y la facultad de crear lo inédito, está en la lealtad a uno mismo. Lo que hagamos debe sembrarse a tal profundidad, que quien pase por ahí, reverdezca. DEAR_JONA, 2020 www.dea.ninja IG: @dear_jona
Estas montañas que ves.
Estos campos, estas aves y estos árboles. Estos potros atravesándonos. O estas flores. No este encierro ni este cuarto. Oscar Cid de León, 2020 IG: @oscarciddeleon
ODA A LA NOCHE (fragmento)
Ven Noche antiquísima e idéntica, Noche Reina destronada al nacer, Noche igual por dentro al silencio, Noche Con las estrellas, lentejuelas fugaces En tu vestido bordado de Infinito. [...] Ven solemnísima Solemnísima y llena De un oculto deseo de llorar Tal vez porque el alma es grande y la vida pequeña Y todos los gestos no salen de nuestro cuerpo Y sólo alcanzamos hasta donde nos llega el brazo Y sólo vemos hasta donde llega la mirada. Ven, dolorosa Madre Dolorosa de las Angustias de los Tímidos Turris-Eburnea de las Tristezas de los Despreciados. Mano fresca sobre la cabeza de los humildes con fiebre Sabor a agua sobre los labios secos de los Cansados Ven, de lo más profundo Del horizonte lívido. Ven y arráncame Del suelo de la angustia y de la inutilidad Donde presumo. Fragmento de “Oda a la noche”, Álvaro de Campos (heterónimo de Fernando Pessoa), 1915, citado por Daniel González Marín
ENSAYO
el espacio vacío es el universo en una flor (integridad) un broche sostiene una gota de calma (expectativa) antigua civilización contemporánea, aquí (historia) la memoria disipa tu paz, con apetito (gorda) parpados de pétalos néctar (pétalonectar) un buqué de luciérnagas hierven del pozo ciego y sus pestañas atrapan gotitas de rocío (néctar) no estoy llorando, es rocío de una helada son muy pocos lo que logran ver y cuando ven no hay nada esta vacío como el pozo ciego la nada es inmensa, enorme imposible pensar y allí está el secreto nada y el silencio no existe Bueno, ok, ahí va: partículas de luz expandidas en el universo de un pétalo (esta frase se puede dejar para un hermoso poema de los que se escribían antes) Partículas de luz expandidas en el universo de un pétalo de una flor silvestre. (¡hay que hermoso!) y una lagrima dulce de rocío mañanero, no se integra, flota, no se integra el agua, flota. es diamante. dos cucharaditas de polvo de oro cuatro pétalos de ninguna flor en silencio (profundo estruendo del profundo silencio) cinco gotas de rocío verde Un espejo cóncavo que refleja el paisaje, capsula-célula no sé cómo concentrar en una imagen, una sensación que provoca una gota de rocío sobre un pétalo visto con una lupa donde te puedes reflejar, donde te puedas ver. (golpea la mano contra la mesa) ¿Qué es ese ruido? Comencemos de nuevo el planeta aguanta el dolor y toce tan fuerte que hace tormenta tormento en la noche las flores reflejan las estrellas y se pegan a sus pétalos Pelusas del universo que se adhieren como el bronce al musgo Con dos cucharaditas de polvo de oro, hace brillar la voluntad Un banquete de cuatro corolas de ninguna flor y florece (quiero decir fluoresce) y el corrector de ortografía no quiere escribir fluuuuooooresce Fluoresce Fluoresce (…insisto hasta que la maquina entienda y guarde entre sus datos esta palabra y sepa que quiero escribir Fluoresce y no florece!). El eterno retorno de lo conectado, de lo que viaja sin tiempo del deseo de las cosas atemporales (pluma-balanza-corazón) Cae una pluma de tigre en mi pecho abre la puerta entra una exquisita plaga en la noche de cuarentena hay silencio respeto todos estamos naciendo Máximo González, Cuarentena de abril 2020
Los seres temerosos se resguardan para que la sangre siga fluyendo a sus alveolos,
mientras los ojos inocentes se sacuden el miedo y con aire entusiasta pueblan las calles desiertas de angustia. Alegría y vergüenza se dejan sentir en los seres que se suponen conscientes. La caja de Pandora se abre y cada día nos regala un diamante que rumiar. Cuadrántidas perpetuas de pensamientos acechan los cerebros, la podredumbre de millones de destinos abandonados se acumula en una montaña de basura a cielo abierto. La información pesa como la tierra que cubre al que enterraron vivo, mantenerse cuerdo requiere un esfuerzo de selección de ambientes, mensajes, noticias, mandatos. La incertidumbre es un ritual de paso de los muertos que renacen y que empujan, tierra arriba para vencerse a sí mismos; remover la tierra con la que ellos mismos se enterraron y salir a la luz, con sólo la voluntad a cuestas. Si los ojos miran hacia afuera, no hay a dónde ir. En cambio, adentro fractales luminosos alumbran los caminos de la posibilidad y dirigen la mirada hacia los senderos olvidados. Brotan semillas de luz que nutrirán a quien sepa elegir: tragedia o gratitud. Los barrotes obligan a hacer realidad los sueños, lo que quita el aire te lleva a habitar la respiración. La voluntad es la vacuna contra el descuido. Tania Díaz, 2020
¿Alguien está mirando?
Siento la muerte lamiéndome la espalda, acomodar la rabia entre mis muelas. Siento las manos perder su gracia, fruncirse la boca. Siento a la muerte columpiándose en mis costillas. Pronto seré una gota amarga, estéril. No se abrirá mi pecho. No miraré a la muerte de frente, serena. No es una muerte redentora, no; no moriré yo sola y pensarlo no me deja ningún consuelo. Siento venir una muerte colectiva (ya estaba en el hueco de las fotos, en los árboles apresados, parada frente a tantas puertas). Ahora todos la ven, ¿alguien está mirando? II La vida no tiene sentido Con la v haga una quilla; con las t la arboladura. Las n harán los puentes, l y d serán timón. Hilvane todas las vocales y haga con ellas la vela. Siéntese en silencio y sople. ¿Hay alguien mirando? II Pero amanece y van creciendo los bosques y los ríos. Llega el futuro a todos lados, de una manera o de otra; como saben quienes tendrán mañana también la panza vacía. Todos lo ven, ¿alguien está mirando? IV Apenas aire desplazado; estela que termina el día que nacemos, somos. ¿Alguien está mirando? María Luisa Rubio, 2020
No todos los días vemos algo como esto. No todos los días la población entera tiene que encerrarse siguiendo un régimen para salvarse. No todos los días podemos ayudarnos sin tocarnos, sin vernos más que a través de una pantalla, sin encontrarnos. Esta es una experiencia que no se había vivido antes y por lo tanto, se vuelve difícil, sin sentido muchas veces. Lo que hoy estamos llevando a cabo le va a dar un giro a la cotidianidad. No seremos los mismos. Yo no sé de qué modo cambiaremos, si pensaremos distinto o sentiremos distinto. Si seremos capaces de aprovechar los momentos con otras personas, si apreciaremos cada momento o simplemente lo disfrutaremos de otra manera. Yo creo que sí, aprendiendo a entender al otro, conociéndolo... Aquello que puede que no haya sido un interés en el pasado. Lo que aprenderemos estos días, lo llevaremos siempre en nuestras vidas.
Telma Delajara D’Urso, 2020
MARZO
MARZO marítimo mana fulgores. Jugos súbitos entre las copas brindan por el misterio de este tiempo vacío de magia pese a su bando de prodigioso, prodigiante otoño. Nada, sino los modos del sueño, Habrá cambiado. Nada, Excepto los alivios del olvido. Condiciones de luz y de desánimo. Y no hay Madagascar incandescente. “Marzo”, de Ida Vitale, citada por Pat Sánchez Ponti
CANSANCIO
Cansado ¡Sí! Cansado de usar un solo brazo, dos labios, veinte dedos, no sé cuántas palabras, no sé cuántos recuerdos, grisáceos, fragmentarios. Cansado, muy cansado de este frío esqueleto, tan púdico, tan casto, que cuando se desnude no sabré si es el mismo que usé mientras vivía. Cansado. ¡Sí! Cansado por carecer de antenas, de un ojo en cada omóplato y de una cola auténtica, alegre, desatada, y no este rabo hipócrita, degenerado, enano. Cansado, sobre todo, de estar siempre conmigo, de hallarme cada día, cuando termina el sueño, allí, donde me encuentre, con las mismas narices y con las mismas piernas; como si no deseara esperar la rompiente con un cutis de playa, ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia, acariciar la tierra con un vientre de oruga, y vivir, unos meses, adentro de una piedra. “Cansancio”, Oliverio Girondo, de “En la masmédula”, 1953, citado por Carola Lapeyre |
Lunes 13 de Abril 2020
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