Jueves de poesia
7/05/2020 |
Curador: Rodrigo Rogelis
|
Estos tres poemas cuentan la historia de una transición: el campo, su desolación y finalmente la crudeza de la ciudad. Es la historia de millones de colombianos condensada, no en cifras, no en mapas, sino en la mirada de un poeta que vivió esa transición, la siente diariamente y la riega sobre hojas de papel. Waldino Fosca (ver biografía más abajo) cuenta su historia, y la de millones, a través de los recuerdos que se atraviesan en su mirada como fantasmas y que se convierten en letras para un poema.
Sueño de patriarca
Voy con mi sueño de patriarca
por la furia del mar,
con mis claveles rojos.
Con mi risa de pétalos crecidos
buscando el manto de la noche clara.
Creciendo la vida
como el árbol
en las sombras de dispares formas.
Al desorden le pongo los poderes
y a los poderes más desorden.
Al orden lo confundo con aromas.
A la tierra sin llanto,
le broto el vino
y al vino le pongo mis dolores.
A las horas
le encomiendo mis manos
para no embriagar
el gusto de los días.
Al pájaro desnudo
lo visto con el viento
para no ver sus alas desmayadas.
A la mañana
la cubro en su humedad
para hundirla
en el campo de las flores
y seguir con mi sueño de patriarca.
Tornado
El viento va por entre la cosecha perdida
desvanecido en su soplo
invadiendo el último acuerdo de los astros
y los amuletos desesperados tiemblan
caminando por los seglares
de la temperatura.
Las hojas
revelan su turno en forma apresurada
para confundir a los pasos del cercenador,
mientras la cañada canta su melodía silvestre.
Los ríos van rodando bajo su piel grasosa.
No quieren ser vistos por el tiempo.
Tienen miedo a seguir viviendo.
Las tumbas preparan su desorden
caminando su hediondez por encima
de los muertos
de la última querella amenizada.
La primavera difícilmente camina
por los pasillos del dolor
mientras el notario busca apresurado
la escritura de la tierra de nadie.
La tierra va pariendo su presagio
en la erosión de los volcanes,
para decirnos tal vez algo.
Mientras, el labrador guarda su eco
en medio del sol y de la brisa
para averiguar quién es el dueño del silencio
Los inaceptados
Los inaceptados
van y vienen por el soplo del viento,
con sus harapos retorcidos
en el gris olor a calle
y su cuerpo roído
por la soledad nocturna
envolviendo sus huesos en asfalto.
Nadie oye
su voz caminando por el vacío,
recogiendo fantasmas podridos
en las ciudades.
Ni ve
sus manos untadas de desprecio
desafiando el sueño de sus días.
Caminan con su grito
terciado a sus espaldas,
buscando el rumor de serenata sin dueño.
Y sus ojos
hundidos en el polvo
buscan una partícula de tierra
para sembrar su sueño
en la brisa poseída por el viento.
Sueño de patriarca
Voy con mi sueño de patriarca
por la furia del mar,
con mis claveles rojos.
Con mi risa de pétalos crecidos
buscando el manto de la noche clara.
Creciendo la vida
como el árbol
en las sombras de dispares formas.
Al desorden le pongo los poderes
y a los poderes más desorden.
Al orden lo confundo con aromas.
A la tierra sin llanto,
le broto el vino
y al vino le pongo mis dolores.
A las horas
le encomiendo mis manos
para no embriagar
el gusto de los días.
Al pájaro desnudo
lo visto con el viento
para no ver sus alas desmayadas.
A la mañana
la cubro en su humedad
para hundirla
en el campo de las flores
y seguir con mi sueño de patriarca.
Tornado
El viento va por entre la cosecha perdida
desvanecido en su soplo
invadiendo el último acuerdo de los astros
y los amuletos desesperados tiemblan
caminando por los seglares
de la temperatura.
Las hojas
revelan su turno en forma apresurada
para confundir a los pasos del cercenador,
mientras la cañada canta su melodía silvestre.
Los ríos van rodando bajo su piel grasosa.
No quieren ser vistos por el tiempo.
Tienen miedo a seguir viviendo.
Las tumbas preparan su desorden
caminando su hediondez por encima
de los muertos
de la última querella amenizada.
La primavera difícilmente camina
por los pasillos del dolor
mientras el notario busca apresurado
la escritura de la tierra de nadie.
La tierra va pariendo su presagio
en la erosión de los volcanes,
para decirnos tal vez algo.
Mientras, el labrador guarda su eco
en medio del sol y de la brisa
para averiguar quién es el dueño del silencio
Los inaceptados
Los inaceptados
van y vienen por el soplo del viento,
con sus harapos retorcidos
en el gris olor a calle
y su cuerpo roído
por la soledad nocturna
envolviendo sus huesos en asfalto.
Nadie oye
su voz caminando por el vacío,
recogiendo fantasmas podridos
en las ciudades.
Ni ve
sus manos untadas de desprecio
desafiando el sueño de sus días.
Caminan con su grito
terciado a sus espaldas,
buscando el rumor de serenata sin dueño.
Y sus ojos
hundidos en el polvo
buscan una partícula de tierra
para sembrar su sueño
en la brisa poseída por el viento.
La vida de Waldino Fosca es un testimonio de Colombia. Panadero, campesino, emigrante a la ciudad, poeta. Como millones de colombianos, abandonó el campo y se enfrentó a la vida urbana. Como millones de colombianos, ha luchado por sus sueños en medio de la adversidad. Se levanta todos los días en su casa del barrio Santa Viviana y se dedica a lo que más le gusta: la poesía. Sus versos son reflejos de sus días, de sus luchas, de sus añoranzas, de sus alegrías, y al mismo un testimonio de la vida de miles de colombianos que han caminado su cotidianidad entre el campo, el trabajo y la ciudad.
Después de que varias editoriales le exigieran un pago para editarlo, Waldino vendió un lote para sacar adelante su primer libro “Canto Paralelo” en 1997. Cumplió su sueño a pulso, por su propio esfuerzo y con su comunidad. Ahora quiere sacar un nuevo libro que demuestre que los sueños se pueden y deben convertir en obras.
Después de que varias editoriales le exigieran un pago para editarlo, Waldino vendió un lote para sacar adelante su primer libro “Canto Paralelo” en 1997. Cumplió su sueño a pulso, por su propio esfuerzo y con su comunidad. Ahora quiere sacar un nuevo libro que demuestre que los sueños se pueden y deben convertir en obras.
La voz de mis raíces
Este libro es el producto de un trabajo en equipo con el Colegio Vermont, que ha estado desde un comienzo apoyando el proceso con Waldino Fosca y que colaborará muy de cerca con todo el trabajo de edición y promoción de “La voz de mis raíces”. Gracias a esta alianza y a un acercamiento con varios colectivos de Ciudad Bolívar, la ilustración estará a cargo de jóvenes que, desde diferentes puntos de vista, pondrán un poco de su propia biografía para hacer de este libro un punto de cruce entre formas de ver el mundo.
Este libro es el producto de un trabajo en equipo con el Colegio Vermont, que ha estado desde un comienzo apoyando el proceso con Waldino Fosca y que colaborará muy de cerca con todo el trabajo de edición y promoción de “La voz de mis raíces”. Gracias a esta alianza y a un acercamiento con varios colectivos de Ciudad Bolívar, la ilustración estará a cargo de jóvenes que, desde diferentes puntos de vista, pondrán un poco de su propia biografía para hacer de este libro un punto de cruce entre formas de ver el mundo.